El flamenco, que siempre ha sido una música abierta a lo por venir, lo acepta casi todo siempre y cuando venga sostenido en la verdad, en la seriedad y la calidad. Siempre que aporte algo a una música ya grandiosa. Cuando el talento llega de la mano de quien hizo del arpa un empeño personal –es autodidacta- y ha conseguido ponerla a la altura de otros instrumentos tradicionales y modernos ya habituales, entonces únicamente cabe una respuesta afirmativa a su irrupción en el panorama musical flamenco. Y por si alguien tenía o tiene dudas, no se pierdan la ocasión de ver a la jerezana Ana Crisman, la autora de la última revolución instrumental flamenca.