Una dulce armonía se desprendía desde las cuerdas de una resplandeciente arpa, acariciada desde lo más profundo del alma de una grandiosa mujer.

Dicen que cuando el flamenco no podía sorprendernos más, como caído del cielo, una melodía casi angelical, comenzó a sonar, rompiendo las barreras del sonido y volviéndose necesaria para los oídos de cualquier enamorado de esta casi indescriptible pasión.

Una dulce armonía se desprendía desde las cuerdas de una resplandeciente arpa, acariciada desde lo más profundo del alma de una grandiosa mujer.

Facebook
Twitter
LinkedIn